Trastornos de la comunicación
Cuando hay un niño pequeño en casa, parece que atraemos consejos y listas de récord sobre otros niños, a los cuantos meses caminó, cuando dejó el biberón, si ya va al baño solo y también cuando dijo su primera palabra como si se tratara de una competencia de velocidad que no contempla la existencia de circunstancias adversas, pero durante el desarrollo pueden pasar muchas cosas, por ejemplo, que el niño no logre hablar correctamente, es por eso que hoy trataremos el tema de trastornos de la comunicación.
Este grupo de alteraciones se encuentra dentro del bloque de los trastornos del desarrollo neurológico e implican deficiencias en el habla, lenguaje y comunicación. Primero entendamos la diferencia entre estas tres:
- El habla se refiere a la producción de sonidos que necesita articulación, fluidez, voz y calidad de resonancia.
- El leguaje incluye todo lo relacionado a la forma, uso y función de un sistema de símbolos ya sea hablado, escrito, por medio de imágenes o señas.
- La comunicación tiene que ver con si estamos logrando transmitir la información junto con el comportamiento verbal o no verbal.
Los trastornos de la comunicación se clasifican en:
Trastorno del lenguaje
Trastorno fonológico
Trastorno de la fluidez de inicio en la infancia (tartamudeo)
Trastorno de la comunicación social (pragmático)
Trastorno de la comunicación no especificado
El trastorno del lenguaje se caracteriza por dificultades en la adquisición y uso del lenguaje, ya sea hablar, escribir, usar signos o cualquier sistema de símbolos. Va a ser fundamental identificar si existen problemas en la producción o en la compresión del lenguaje.
Se presenta con un vocabulario reducido porque conoce pocas palabras o porque no sabe cómo usarlas. La estructura gramatical está bastante limitada complicándosele formar frases correctamente y, por lo tanto, nos encontraremos con un discurso deteriorado pues con un vocabulario reducido y problemas para armar frases, le será complicado conectar explicar, describir o conversar.
Para que sea un trastorno del lenguaje, el deterioro debe ser notable y cuantificable por debajo de lo esperado para su edad, impidiéndole desenvolverse apropiadamente en la escuela, con los amigos y la familia. Todas estas dificultades de lenguaje son de inicio temprano y no atribuibles a problemas auditivos, sensoriales, motores, a enfermedades médicas o neurológicas y tampoco se explica mejor por una discapacidad intelectual o retraso global del desarrollo, sin embargo, puede presentarse en conjunto con otros trastornos como el específico del aprendizaje, déficit de atención con hiperactividad, trastorno del espectro autista, trastorno de desarrollo de la coordinación y de comunicación social.
En este trastorno las deficiencias de compresión suelen ser subestimadas porque muchos niños pueden tener la habilidad de inferir significado por medio del contexto, pero estar en serios problemas para encontrar palabras, suelen tener definiciones empobrecidas o poca compresión de sinónimos, significados múltiples y juegos de palabras propios para su edad y cultura.
Es importante considerar el factor genético, ya que el trastorno de lenguaje es altamente heredable. Un diagnóstico más certero puede establecerse en niños a partir de 4 años de edad, siendo el curso del trastorno estable y persistente hasta la edad adulta, curiosamente, la respuesta conductual suele ser la timidez, poca interacción, aislamiento, lo que a su vez crea un círculo vicioso en el que, a menor uso del lenguaje, más deterioro, más aislamiento y así continuamente hasta que los problemas son extremadamente severos.
El trastorno fonológico o dispraxia del habla se caracteriza por una marcada dificultad para la producción fonológica, es decir, que no puede decir correctamente las sílabas de modo que interfiere con la claridad del habla, limitando su comunicación y como en el caso del trastorno del lenguaje, es de inicio temprano y no atribuible a afecciones congénitas o adquiridas, como parálisis cerebral, paladar hendido, hipoacusia, traumatismo cerebral u otras alteraciones médicas o neurológicas.
Es importante revisar si el niño conoce las sílabas y si puede coordinar los movimientos para ejecutarlas y a partir de ahí descartar algún trastorno motor como la disartria o alguna afección neurológica, así como algún problema que le dificulte escuchar. De igual manera es crucial considerar las variaciones normales del habla por la región y cultura en la que se desenvuelve antes de hacer el diagnóstico.
Por lo general, con un tratamiento apropiado el trastorno se supera, mejorando considerablemente las habilidades del habla a excepción de casos en los que se involucra el trastorno del lenguaje o un trastorno específico de aprendizaje.
El trastorno de la fluidez de inicio en la infancia, mejor conocido como tartamudeo se reconoce más fácilmente por la repetición de sonidos y sílabas, la prolongación de alguna consonante o vocal, pausas en medio de una palabra, repetición de palabras monosilábicas como los pronombres personales, estar tenso durante la producción de palabras y circunloquios, es decir sustituyen las palabras problemáticas. Las dificultades al hablar provocan niveles de ansiedad considerables que limitan su rendimiento académico y social. Es de inicio temprano, en la mayoría de los casos se presenta antes de los 6 años de edad y el niño no es consciente de la dificultad al inicio, pero se vuelve notorio conforme del trastorno progresa y puede desarrollar mecanismos como los sustituir palabras difíciles, usar frases cortas, evitar hablar en público. El estado del trastorno a los 8 años de edad se considera como indicador del posible curso de las dificultades. Suele haber un riesgo de presentar tartamudeo cuando se tienen familiares de primer grado con el mismo problema.
Debe descartarse el déficit motor o sensitivo, daño neurológico, tumor, traumatismo y otra afección médica y no se explica mejor con otro trastorno.
El trastorno de la comunicación social como el nombre indica afecta el uso social de la comunicación verbal y no verbal, desde acciones tan comunes como saludar, compartir información, hasta volverse muy difícil seguir las conversaciones, adaptarse al contexto, respetar turnos para hablar y regular sus maneras de interactuar con niños o adultos.
Además, no entiende muy bien los que no se dice explícitamente, ni las metáforas o expresiones idiomáticas siendo dificultoso hacer interpretaciones o inferencias al punto que se encuentra limitado en la participación social y académica. También es de inicio temprano, pero en este caso puede no ser tan notorio como en los trastornos anteriores hasta que las necesidades de comunicación social del medio en el que se desenvuelve superan las capacidades del niño. Nuevamente no se puede atribuir a afecciones médicas o neurológicas, ni a la baja capacidad en los dominios de morfología y gramática, no se explica mejor por un trastorno del espectro autista discapacidad intelectual, retraso global o cualquier otro trastorno.
Deben considerarse con detenimiento las características de este trastorno para evitar confundirlo con algún grado de autismo o ansiedad social, además de indagar los antecedentes familiares ya que hay un mayor riesgo asociado cuando hay parientes con algún trastorno del espectro autista, trastorno de la comunicación o trastorno específico de aprendizaje.
Por último, tenemos el trastorno de la comunicación no especificado que en pocas palabras engloba los síntomas propios del trastorno de comunicación que ocasiona malestar clínicamente significativo y deterioro en los diferentes ámbitos, pero no cumple con todos los criterios de ninguno de los trastornos.
La comunicación es vital para todos los aspectos del desarrollo del niño y la calidad vida, tiene un impacto a largo plazo en sus conocimientos y en su capacidad de interactuar con los demás, cualquier limitación o dificultad en esta necesaria habilidad, complica significativamente el desempeño de un niño en la escuela y la forma en que se desenvuelve en casa y con los demás, por lo que debemos tener especial cuidado en observar si está logrando un desarrollo apropiado sin llevarlo a un extremo de compararlo con otros niños como en una competencia.
La estimulación será fundamental para la consolidación de las habilidades comunicativas. Es importante tener paciencia y considerar la edad para el diagnóstico, que en este grupo de trastornos es en promedio a partir de los 4 años de edad. Recuerda que hay que descartar cualquier otro padecimiento médico, neurológico, motor u otro tipo de retraso. Una evaluación completa será necesaria para realizar o descartar un diagnóstico ya que no todos los problemas de lenguaje son trastornos, claro que es importante detectar tempranamente los síntomas para una atención oportuna. La mayoría de estos trastornos se puede superar con el tratamiento adecuando siempre y cuando no venga acompañado de otras alteraciones y se intervenga en una etapa temprana.
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