Memoria: recordar y olvidar

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Recordar es algo que hacemos todos los días sin siquiera darnos cuenta, sin embargo, poco sabemos de cómo sucede. La memoria es en gran parte, los que somos, nos ofrece un modo de ser y estar, nos permite mantener y dejar momentos y manías, además nos enseña a adaptarnos a nuevas situaciones. Claro que, con la memoria, viene el olvido, que puede aliviar el dolor del duelo, nos ayuda a perdonar y superar dificultades.  Ahora sabemos que la memoria no es un almacén como anteriormente se pensaba, ni una biblioteca o nada similar, sino que se trata más bien una facultad que conserva y elabora, es la integración de múltiples sistemas. Y como todos ya sabemos, no es perfecta, está sujeta a errores, distorsiones e ilusiones. Es por eso que hoy hablaremos del tema de la memoria.
  La memoria es la capacidad de adquirir, almacenar y recuperar la información. Sin memoria, no seríamos capaces de percibir, aprender o pensar, no podríamos expresar nuestras ideas y no tendríamos una identidad, porque sin recuerdos, sería imposible saber quiénes somos y nuestra vida perdería sentido como podemos observar en las demencias o secuelas de daño cerebral, por ejemplo. 
  La función principal de la memoria es proporcionar los conoci­mientos necesarios para comprender el mundo que nos rodea, ya que conserva y reelabora los recuerdos en función del presente y actualiza nuestras ideas, planes y habilidades en un mundo en constante cambio. Podríamos comenzar a entender la memoria clasificándola en dos: implícita y explícita.
 La memoria implícita comprende todo aquello que recordamos de forma involuntaria, como los hábitos y también las destrezas perceptivas y motoras, como andar en bicicleta. Por otro lado, la memoria explícita que incluye los recuerdos conscientes sobre personas, lugares, objetos y acontecimientos, requiere cierto esfuerzo, es la que utilizamos cuando estamos tratando de aprender algo. 
  Dentro de la memoria explícita encontramos a la memoria episódica, que almacena los recuerdos a largo plazo de eventos concretos, las experiencias personales y sus relaciones espacio-temporales como lo que cenaste ayer, el primer día de escuela, tu mejor cumpleaños y cosas por el estilo, así que se considera que a este tipo de memoria como “autobiográfica. También tenemos a la memoria semántica, que guarda información acerca de hechos o conocimientos generales del mundo, recuerdos o datos generales como nombres, hechos, significados, conceptos abstractos, etc. 
  Se puede abordar el tema de la memoria desde la perspectiva neuropsicológica, es decir desde la es­tructuras cerebrales asociadas, o desde la psicológica como proceso mental donde se considera a las personas como algo más parecido a procesadores de información, que de manera similar a una computadora codifican, conservan y recuperan la información. Diversos estudios destacan entre las estructuras cerebrales relacionadas con la memoria, al hipocampo, tálamo, amígdala del lóbulo temporal, cuerpos mamilares, al cerebelo, entre otras y respecto a la bioquímica, se enfatiza la participación de diversos neurotransmisores, entre los que resalta principalmente la acetilcolina. 

¿Qué tan diferente es una computadora a un cerebro humano?

  El ordenador solo procesa datos y ejecuta programas que ya están en el sistema, mientras que el ser humano puede adaptarse a nuevas situaciones y a nueva información. Un sistema físico puede procesar información muy rápido, pero no aprender, es decir, no puede adaptar su conducta a los cambios del ambiente, claro que aquí no estoy hablando de la inteligencia artificial, que ese es tema para otro día, sino de las computadoras convencionales. La memoria de un ordenador tiene, además, un carácter espacial: graba datos en sectores físicos del disco mientras que la memoria humana es semántica, almacenando datos de modo estructurado. Los programas de ordenador se limitan únicamente a manipular símbolos; la mente humana, en cambio, les atribuye significado. 

  La investigación neuropsicológica demuestra que la memoria no es unitaria, sino que se compone de varios sistemas interconectados y con distintos propósitos, lo que podemos observar cuando aparece la amnesia, ya que se pierde alguna parte de la memoria, pero otras se mantienen intactas. El problema es que, por más esfuerzos que hagamos, no siempre se comporta como quisiéramos y, a veces, sigue su propio programa guardando información que no necesitamos y, como si quisiera fastidiarnos, olvida cosas que nos gustaría recordar.
  A medida que la esperanza de vida aumenta y vivimos más años, la fragilidad de la memoria parece hacerse más evidente. Padecimientos como el Alzheimer o la demencia senil, que destru­yen progresivamente las facultades mentales, se presentan con mayor frecuencia, por eso la importancia de entender los mecanismos de la memoria y su funcionamiento. 

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¿Qué es un recuerdo? 

Aristóteles, que creía que los recuerdos eran espíritus que viajaban por la sangre hasta el corazón, hoy podemos comprobar que en realidad son conexiones entre neuronas, aunque así ya pierde toda la magia. Ahora sabemos que además del córtex, están implicadas en la memoria otras zonas cerebrales, como el sistema límbico
  Se ha comprobado que el hemisferio derecho procesa la información visual, y el izquierdo, la verbal y que en general, la capacidad para recordar imágenes es mayor que la de retener palabras. La memoria como ya mencioné, no es una entidad unitaria y homogénea, no es un archivero donde vamos metiendo carpetas, es decir, no existe un lugar concreto donde se almacenen los recuerdos, sino que consta de varios sistemas que nos permiten adquirir, retener y recuperar la información que nos llega del entorno. Cada tipo de memoria tiene su propio circuito anatómico, y es por eso que diferentes lesiones cerebrales borran cosas distintas. 
  La memoria tiene tres funciones básicas: recoge nueva información, la organiza la para que tenga un significado y la recupera cuando necesita recordar algo, a estas tres funciones, las denominaremos como codificación, almacenamiento y recuperación. 



• La codificación es la transformación de los estímulos en una representación mental. En esta fase, la atención tiene un papel fundamental al momento seleccionar el estímulo y la cantidad de esfuerzo que debe hacerse para procesarlo. 
• El almacenamiento se encarga de retener los datos en la memoria para utilizarlos luego. La organización de la información se realiza mediante esquemas, unidades estructuradas de conocimiento que reúnen conceptos, categorías y relacio­nes, formando conjuntos de conocimientos. 
• La recuperación es la forma en que se accede a la información almacenada. Puede ser espontánea, cuando los recuerdos surgen de forma casual, o voluntaria. 

  En psicología se considera a la memoria como una función o proceso superior. Atkinson y Shiffrin desarrollaron hace ya varias décadas la teoría multialmacén de la memoria, estableciendo tres sistemas de memoria que se comunican e interactúan entre sí: 

• La memoria sensorial (MS) como el nombre lo indica, registra las sensaciones y permite reconocer las caracterís­ticas físicas de los estímulos. 
• La memoria a corto plazo (MCP) guarda la información que necesitamos en el momen­to presente. 
• La memoria a largo plazo (MLP) conserva nuestros conocimientos para utilizarlos luego. 

  Estas estructuras no están estáticas, sino que se trata de etapas sucesivas del procesamiento de la informa­ción, las cuales, después de llegar a la memoria a largo plazo, permiten recuperar y utilizar la información. Aunque existe un flujo permanente de estímulos entre las tres etapas, todavía desco­nocemos si implican áreas diferentes o específicas del cerebro. Una vez que se tiene la información codificada y almacenada, llega el momento de recuperarla, pero debemos saber que los recuerdos no son copias exactas, sino que la memoria los reelabora en el momento de la recuperación y funciona de tal manera, que logramos recordar mejor la información cuando es significativa y está bien organizada, aunque también hay otros factores que influyen: 

• Recordamos mejor aquello que se relaciona con sucesos emocionalmente significati­vos; por ejemplo, la muerte de un ser querido. Este efecto se conoce como “recuerdos vívidos”. 
• La memoria depende del contexto. La recuperación de un recuerdo es más fácil si acontece en el mismo contexto donde se aprendió. 
• El estado de ánimo es fundamental. La memoria no procesa igual todos los estímulos, graba mejor lo interesante, lo nuevo y lo emotivo. Lo que se experimenta en un estado de ánimo determinado será recordado mejor cuando volvamos a sentirnos así. 
• Recordamos rellenando los «huecos» de la memoria, es lo que decía antes, no hacemos copias exactas de la información o de los eventos. A veces, extraemos conclusio­nes precipitadas y afirmamos cosas que no han sucedido, para darle sentido a los que recordamos. 

  Ahora hablemos de la contraparte de la memoria: el olvido. El olvido es la incapacidad de recordar ya sea nombres, fechas, hechos o cono­cimientos. Se produce por una saturación de información o fallos en la recuperación, aunque parece algo negativo, recordar todo podría ser tan terrible como no recordar nada.  En psicoanálisis, el olvido es un mecanismo de de­fensa: la mente se defiende de las experiencias dolorosas excluyéndolas activamente de la conciencia, olvida cosas desagradables, historias o vivencias emocionales negativas.
Las causas del olvido pueden ser muy diversas: 

• Una lesión o deterioro cerebral como, por ejemplo, en la amnesia, la enfermedad de Alzheimer o el síndrome de Korsakoff. 
• También puede ser por represión, en la que se olvida porque la información es perturba­dora o dolorosa. Freud pensaba que la represión de los recuerdos tristes o desagradables era un mecanismo de defensa para combatir la ansiedad. Pero a diferen­cia de la supresión, que es un intento consciente de no pensar en algo, la represión es inconsciente. 
• Otra causa es la interferencia, que se produce por la competencia entre las experiencias que una persona vive que quieren ser recordadas. Encontramos a la interferencia proactiva, en la que una información aprendida dificulta un aprendizaje poste­rior, por ejemplo, cuando has aprendido a cocinar de cierta manera y para mejorar tienes que seguir una receta nueva con otros pasos e ingredientes que no utilizabas. También tenemos a la interferencia retroactiva, que se produce cuando un aprendizaje reciente interfiere en el recuerdo de la información pasada como cuando estudias un nuevo idioma y comienzas a olvidar otro que ya sabías. 
• Otro factor es la falta de procesamiento. La información se puede olvidar porque nunca se procesó adecuadamente, y los recuerdos se disipan con el tiempo, si no se utilizan. 
• También podría olvidarse al estar en un contexto inadecuado. La información es difícil de recuperar porque se aprendió en un ambiente diferente. 

En resumen, el olvido es la imposibilidad de acceder a los con­tenidos de la memoria, más que la destrucción del recuerdo.

  La memoria es un conjunto de sistemas y procesos que trabajan para lograr que recordemos, aprendamos y nos adaptemos a las condiciones y exigencias del entorno. No existe un lugar físico en la que esté almacenada la información, sino que se retiene y recupera de diferentes áreas. 
Los recuerdos no son completamente exactos a lo que aprendimos originalmente pues reelaboramos la información impregnándole nuestro toque personal que ayuda a darle coherencia a todos esos datos. 
Aunque para su estudio dividimos a la memoria en diferentes tipos, no está claro del todo cómo funcionan. A veces la memoria también necesita un proceso opuesto que permita que funcionemos mejor sin estar recordando absolutamente todo, por eso es que somos capaces de olvidar, aunque más que eliminar la información, más bien se hace complicado recuperarla. 
La memoria es uno de los procesos cognitivos fundamentales que cada vez toma más relevancia en la neurociencia tanto para su comprensión como para tratar los padecimientos que afectan esa capacidad.

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https://www.mheducation.es/bcv/guide/capitulo/8448180607.pdf
https://www.medigraphic.com/pdfs/arcneu/ane-2009/ane093f.pdf

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