Alzheimer: el ladrón de la memoria

 



En los últimos años, el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida, ha convertido a la enfermedad de Alzheimer en un problema de grandes proporciones médicas y sociales estando entre los 10 mayores problemas de salud en el mundo. Se calcula que entre un 5 y un 10 % de las personas mayores de 65 años padecen esta enfermedad actualmente, número que probablemente aumentará en la siguiente generación.
  La enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia. Tomemos un momento para hacer una breve definición: la demencia es la disminución de la capacidad intelectual en comparación a cómo estaba antes, este deterioro va acompañado de cambios psicológicos y del comportamiento que ocasionan alteraciones de las capacidades sociales y laborales de quien la padece. Entendamos que la demencia no se refiere a ninguna enfermedad en especial, aunque pueda sonar ilógico, sino que se trata de un conjunto de signos y síntomas relacionados con una disminución de las capacidades mentales, por eso se considera que la demencia, más que una enfermedad, es un síndrome.
  Entre los diferente tipos y causas de la demencia, encontramos al Alzheimer, que se define como una enfermedad neurodegenerativa progresiva que se caracteriza por una serie de rasgos clínicos y patológicos con una variabilidad relativa, cosa que no explica mucho y deja más preguntas que respuestas. Veamos parte por parte.
  A grandes rasgos está diciendo que el cerebro se ira deteriorando gradualmente, por lo tanto, las capacidades, habilidades y todo lo que está ahí almacenado será afectando en un conjunto muy diverso de síntomas intelectuales, psicológicos, de comportamiento, sociales, etc. Básicamente nos dice que la persona con Alzheimer cambiará de modo radical, progresivo y por desgracia, irreversible.

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¿Por qué surge esta enfermedad?

Si buscamos las causas del Alzheimer seguramente encontraremos que es de origen multifactorial o heterogéneo, que es otra forma de decir que no se sabe a ciencia cierta el motivo definitivo. Algunos apuntan a la genética o alguna mutación, otros a causas ambientales, pero puede que sea un poco de ambas. Lo que sí se sabe es que, muy temprano en el curso de la enfermedad, de hecho, años antes del inicio de los síntomas, dos proteínas se empiezan a depositar en el cerebro; la proteína beta amiloide y la proteína tau hiperfosforilada.
  La proteína amiloide forma agregados en forma de placas que se reúnen alrededor de las neuronas y la proteína tau hiperfosforilada forma unos agregados dentro de las neuronas llamados ovillos neurofibrilares. Estos depósitos se extienden por las diferentes áreas de la corteza cerebral principalmente en zonas relacionadas con la memoria.
  No queda claro todavía cuál es el papel de estas proteínas en la enfermedad, pero la mayoría de expertos creen que interfieren en el funcionamiento normal de las neuronas, impidiendo la correcta comunicación entre ellas y el procesamiento de información, lo cual, finalmente, contribuye a su degeneración y causa muerte neuronal. Además, surgen otros procesos inflamatorios que se pueden producir como mecanismo de defensa del cuerpo ante la enfermedad, o bien generar una parte de los daños.

¿Qué factores podrían aumentar el riesgo de padecer Alzheimer?

La enfermedad de Alzheimer tiende a afectar a personas mayores de 65 años. Entre mayor sea la persona, mayores son las probabilidades de que desarrolle la enfermedad, aunque también puede presentarse en personas más jóvenes que rondan los 40 años.
  Otro factor de riesgo son los antecedentes familiares. Diversas investigaciones han demostrado que las personas con padres, o hermanos que padecen Alzheimer son más propensas a desarrollar la enfermedad que aquellas sin un familiar cercano con la enfermedad. A mayor número de familiares cercanos con Alzheimer, mayor el riesgo, aunque no es definitivo, pues se han encontrado 1 de cada 200 a 500 casos relacionados de padres a hijos.
  Se han descubierto varios genes que aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. El APOE-e4 es el que representa un riesgo mayor. Todos heredamos una copia de algún tipo de APOE de cada padre, pero quienes heredan una o dos copias del APOE-e4 poseen mayor riesgo de desarrollar Alzheimer, aunque tampoco es decisivo. Se estima que estos genes representan menos del 1% de los casos.
  Dado que estamos hablando de una enfermedad cerebral, consideremos los traumatismos craneales. Existen semejanzas entre las lesiones cerebrales observadas en una forma especial de demencia que se observada en los boxeadores, la llamada demencia pugilística y las que se observan en los pacientes de Alzheimer, se ha concluido la existencia de mecanismos cerebrales alterados de características similares. La revisión de varios estudios pone de manifiesto que el riesgo de desarrollar la enfermedad se multiplica por 1,8 en las personas que han sufrido un traumatismo craneal con pérdida de conciencia al menos un año antes de desarrollar la demencia, aunque no parece un aumento alarmante, lo mejor es proteger nuestro cerebro de los golpes.
  Claro que no todo son genes y golpes, también la alimentación podría ponernos en riesgo. Se ha observado que las personas que no sufren Alzheimer consumían mayor cantidad de nutrientes antioxidantes como carotenos, vitamina C y, en general, más verduras, además, las personas con enfermedad de Alzheimer habían consumido unas 400 calorías más al día los sujetos de control. Algunos medicamentos y alimentos que ayudan a evitar la formación de radicales libres podrían ser de beneficiosos.
  Otros factores relacionados son el sedentarismo, la hipertensión arterial, la obesidad y la diabetes mellitus. Los estudios epidemiológicos también sugieren que un nivel socioeconómico y educativo alto reduciría el riesgo de padecer la enfermedad, aunque esto se relaciona más con las posibilidades de cuidado personal, acceso a servicios de salud, mejores hábitos alimenticios, más recursos intelectuales, etc., por lo cual se retrasaría la manifestación de las pérdidas.
  
  El Alzheimer tiene como síntoma primordial la pérdida de memoria. Los primeros signos incluyen dificultad para recordar eventos o conversaciones recientes. A medida que la enfermedad avanza, los problemas de memoria empeoran y se desarrollan otros síntomas.
  Al inicio, una persona con la enfermedad de Alzheimer puede estar consciente de que tiene dificultades para recordar las cosas y organizar los pensamientos, aunque es muy probable que no se tomen tan en serio al principio. Conforme empeoran los síntomas es posible que un familiar o un amigo note las dificultades.
  Gradualmente, la enfermedad de Alzheimer produce cambios en el cerebro que generan problemas que van en aumento afectando dominios importantes que inician con la memoria, el pensamiento y razonamiento, la toma de decisiones, la planificación, el comportamiento, la personalidad, el estado de ánimo. 

¿Qué podríamos notar?

  • Que repite varias veces las mismas frases o palabras.
  • Se olvida de conversaciones, citas o eventos, y no los recuerda después.
  • Deja sus objetos personales en el lugar equivocado, a menudo en lugares absurdos. Como guardar las llaves en el refri.
  • Puede desorientarse o incluso perderse en lugares que ya conoce.
  • Olvida los nombres de familiares y objetos de uso cotidiano
  • Tiene problemas para identificar objetos con las palabras correctas, expresar pensamientos o participar en conversaciones pues parece que se le complica entender algunas cosas.

  La enfermedad de Alzheimer causa problemas para concentrarse y pensar, en especial sobre conceptos abstractos, como los números. Además, realizar múltiples tareas a la vez también resulta particularmente difícil, controlar las finanzas, poner al día las cuentas y pagar las facturas en forma puntual son tareas que pueden plantear un verdadero desafío que con el tiempo no podrá afrontar.
  Las tareas cotidianas le toman más tiempo o las deja incompletas. Se le dificulta más organizarse y planear. Puede tomar elecciones malas o extrañas como ser muy descortés, usar ropa inapropiada para el clima o la situación ya que es más difícil responder de manera eficaz a los problemas de todos los días, como cuando se quema la comida en la estufa o si se enfrenta una situación imprevista mientras se conduce. Todo esto va provocando que no tenga ganas de hablar tanto como antes, se aleje, evite ciertas actividades, no quiera salir de casa, esté más irritable o agresivo.
Algunos síntomas sobre la personalidad y el comportamiento son:
  • Depresión.
  • Apatía.
  • Aislamiento social.
  • Cambios de humor.
  • Desconfianza en los demás.
  • Irritabilidad y agresividad.
  • Cambios en los patrones de sueño.
  • Desorientación.
  • Pérdida de la inhibición.
  • Delirios, como creer que le robaron algo.
  A pesar de que se afecta al cerebro y muchas habilidades, los problemas de movimiento no son un síntoma inicial en la enfermedad de Alzheimer, pero en fases severas el control del cerebro sobre el movimiento también ve alterado, por ello, la persona pierde la capacidad de caminar e, incluso, de mantenerse sentado en una silla.
  Todo esto suena bastante mal, sin embargo, muchas habilidades importantes se preservan por largos períodos incluso mientras los síntomas empeoran, por ejemplo, leer o escuchar libros, contar historias y anécdotas, cantar, escuchar música, bailar, dibujar o hacer manualidades, se conservan por más tiempo porque las controla una parte del cerebro que se afecta más adelante en el curso de la enfermedad.
  Tomemos en cuenta que los síntomas del Alzheimer aparecen lentamente. El tiempo promedio entre la primera y la última etapa es de alrededor de 9 años, pero puede variar mucho dependiendo de cada caso particular.






¿Cómo saber si es Alzheimer?

Suele ser complicado para la persona, reconocer que algo malo está pasando, no todos los que experimentan pérdida de la memoria u otras posibles señales de advertencia se dan cuenta que tienen un problema. Por lo general, los signos de demencia son más evidentes para la familia o los amigos. El primer paso en el seguimiento de los síntomas es encontrar un médico con quien la persona se sienta cómoda, posteriormente se puede derivar un especialista, ya sea un neurólogo, especializado en enfermedades del cerebro y del sistema nervioso, un psiquiatra, especializado en trastornos que afectan el estado de ánimo o la forma en la que funciona la mente, un neuropsicólogo especializado en pruebas de memoria y de otras funciones mentales.
  No hay una sola prueba que demuestre que una persona tiene Alzheimer. Los estudios y pruebas están diseñadas para evaluar la salud general e identificar cualquier condición que pueda afectar la forma en la que el cerebro y la mente están trabajando. Cuando se hayan descartado otras condiciones, el médico o equipo médico en conjunto podrán determinar si se trata de la enfermedad de Alzheimer o de otra demencia.
  En resumen, se requieren varias cosas para hacer un diagnóstico:
  • Una historia clínica detallada para reunir y analizar toda la información médica posible.
  • Una evaluación del estado de ánimo y mental, con las pruebas cognitivas necesarias.
  • El examen físico para establecer el estado de salud general.
  • Un examen neurológico y estudios de neuroimagen cerebral. En algunos casos se puede incluir el análisis de líquido cefalorraquídeo o pruebas genéticas.

Resulta que después de todo esto, es Alzheimer ¿y ahora qué?

  Actualmente, no existe forma de curar la enfermedad de Alzheimer ni tampoco una manera de detener la muerte de las células cerebrales, pero los medicamentos y otros tratamientos pueden ayudar tanto en los síntomas cognitivos como en los del comportamiento.
  Primero, los fármacos. Existen algunos fármacos comercializados para el tratamiento específico de la enfermedad de Alzheimer enfocados en actuar sobre las consecuencias del proceso neurodegenerativo, como por ejemplo los problemas cognitivos y conductuales.
  Los inhibidores de la enzima acetilcolinesterasa que incrementan la cantidad de acetilcolina. Estos fármacos son el donepezil, rivastigmina y la galantamina. Este tipo de medicamentos han demostrado una modesta eficacia en la reducción de la pérdida de la función cognitiva y de las alteraciones de conducta en casos leves a moderadamente graves. Es importante vigilar el surgimiento de algunos efectos secundarios como problemas digestivos: náuseas, diarrea, pérdida de peso, malestar abdominal, siempre se debe consultar con el médico tratante al respecto de cuál es la mejor opción para cada caso.
  El otro fármaco es un antagonista de los receptores de N-metil-D-Aspartat, la memantina. Este medicamento también ha demostrado ser de utilidad en cuanto a la cognición, funcionamiento global, actividades de la vida diaria y conducta en pacientes en etapas moderadas y graves.
  Es muy posible que tenga que atenderse algún trastorno de ánimo, irritabilidad, alteraciones del sueño u otros síntomas que requieren tratamiento farmacológico. Para esto se utilizan los medicamentos psiquiátricos habituales para cada caso, aunque en general con dosis más bajas, para minimizar los efectos secundarios.

  Además de los medicamentos, existen programas de intervención cognitiva, de actividad física y ocupacional que tienen un efecto benéfico, claro, que hay que tomar en cuenta la etapa de la enfermedad. También es muy importante crear ambientes seguros en casa, eliminando factores de riesgo potencial, como tener cosas amontonadas o sustancias de limpieza muy accesibles. Entre más ordenado pueda estar el espacio, mejor para la persona. Conforme el curso de la enfermedad sigue progresando, los cuidados serán mayores, será necesario resguardar las llaves de la casa, y el auto, vigilar sus salidas, las llaves de gas y agua, las herramientas y equipos eléctricos, los medicamentos e incluso alimentos en mal estado, en fin, todo lo que pueda ser peligroso o provocar accidentes, mantener las áreas con correcta iluminación y ventilación también puede ayudar mucho.
  En el día a día, planear las actividades en las que se pueda desenvolver, ya sean físicas o mentales, es beneficioso. A pesar de lo difícil y cansado que sea, tratar de acompañar a la persona para que no se sienta abandonada manteniendo un nivel aceptable de actividad será positivo. Tomemos en cuenta que la lucidez se irá desvaneciendo y aunque pueda sonar cruel, la realidad es que se debe aprovechar ese valioso tiempo para estar con nuestro ser querido.
  El diagnóstico de Alzheimer implica constates cuidados médicos y mucha nueva información sobre los diferentes aspectos de la enfermedad, así como la necesidad de apoyo emocional específico. El pronóstico de dependencia progresiva, ligado a la enfermedad, obliga a tomar de decisiones difíciles para proteger al paciente y planificar su evolución. En una fase inicial la persona podrá decidir por sí misma y por duro que pueda ser, debe procurarse establecerlo en esta etapa. Si no es así, tendrá que ser su familia o las autoridades competentes quienes tomen estas decisiones.
  A medida que la enfermedad avanza, el cuidador se convierte en la figura central. Dos de cada tres cuidadores de pacientes con Alzheimer son mujeres, normalmente un familiar cercano. Esta no es una labor sencilla, los cuidados constantes y cada vez más demandantes tienen efectos sobre la salud mental y física de los cuidadores quienes por lo general tiene que arreglárselas solos. Si ese es el caso, deben saber que es un trabajo de tiempo completo y que será muy cansado conforme la enfermedad progrese. Si es posible, habrá que buscar a otras personas para que le ayuden con los cuidados o para ser una fuente de consuelo y apoyo. Los grupos de apoyo de Alzheimer también son un buen recurso para compartir historias y consejos con otras personas que están cuidando a seres queridos.
  Puede que, con el tiempo, llegue el momento en que las necesidades del paciente excedan las capacidades del cuidador, por lo que deberá decidirse cómo continuar los cuidados. Sería mejor hablarlo con la familia desde el diagnóstico, aunque parezca que ya se lidian con bastantes problemas, hacer los arreglos para ese momento con la aprobación del mismo paciente ayudará a que llegado el día, el cuidador principal y la familia estén más tranquilos con la decisión, aunque siendo realistas en muy pocos casos se puede optar por pagar por cuidado especializado fuera de casa, así que la familia tendrá que ser el pilar fundamental para que la calidad de vida sea lo mejor posible para quien tiene Alzheimer y todos los que con amor, paciencia y valentía se involucran en los cuidados.

Referencias y lecturas recomendadas:

¿Cuáles son placas amiloideas? (news-medical.net)

https://www.algec.org/biblioteca/Dererioro-cognitivo-Alzheimer.pdf

Enfermedad de Alzheimer - Síntomas y causas - Mayo Clinic

Guía practica familiares de enfermos de Alzheimer_final.pdf (fundacionreinasofia.es)

Enfermedad de Alzheimer - Enfermedades cerebrales, medulares y nerviosas - Manual MSD versión para público general (msdmanuals.com)





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