La realidad es que no siempre nos da ganas de hacer las cosas, levantarse, ser responsable, hacer algo nuevo a veces no está en nuestros planes, pero claro hay un punto en el que esa falta de interés se vuelve peligrosa, por eso hoy hablaremos de la abulia.
  La abulia se define como la falta de voluntad, impulso o iniciativa para la acción, el habla y el pensamiento, es no querer hacer nada.
  Esto de la abulia es otro de esos casos en los que no existe un consenso sobre la naturaleza o la gravedad, si es un síntoma, un síndrome, una alteración psicológica o un trastorno por sí mismo, sin embargo, es algo que en la práctica no nos concierne demasiado, ya que se trata independientemente de los términos que se le apliquen.
  Se cree que está relacionada con disfunciones en los circuitos dependientes de dopamina del cerebro. La Dopamina es un neurotransmisor que desempeña varias funciones relacionadas con el movimiento, la memoria, los sistemas de recompensa, el comportamiento, la cognición, los procesos atencionales y de aprendizaje, ayuda a regular el sueño, el humor, en fin, que si algo va mal con esta sustancia estamos fritos.
  Este asunto de la abulia pasa generalmente desapercibido y no se suele considera como algo de gravedad y la razón por la que ocurre no ha sido del todo resuelta, pero la hipótesis más fuerte, es que se debe a deterioros funcionales en zonas remotas del cerebro, pero muy interconectadas, claro que es importante considerar causas ambientales, ciertas experiencias que puedan contribuir a determinar el modo en que asimilamos y afrontamos la vida, lo que influiría en el desarrollo de la abulia.

Podemos encontrar dos tipos de abulia: mayor y menor.

Las personas con abulia menor pueden cumplir con las solicitudes de otros y participar en actividades que otros inicien ya sea que las disfruten o no, sin embargo, no iniciarán planes o actividades por cuenta propia, mantienen cierta espontaneidad, pero dan respuestas breves cuando otros les hablan, pueden planear muchas cosas, pero nunca concretan nada y no se trata de ser alguien flojo, es porque no se tiene la voluntad para hacer las cosas.
Se complica más en la abulia mayor. En esos casos, la persona ya no iniciará nada en absoluto, incluso hablar o comer, y en última instancia puede requerir un cuidado personal todo el tiempo. Es un estado en que la capacidad de respuesta verbal y motora es extremadamente limitada sin que exista un problema de parálisis ni coma. Aún dan una respuesta cuando se les habla, aunque es breve, monosilábica, pero adecuada a las preguntas.

Hay tres aspectos fundamentales que nos ayudaran a identificar la abulia:
  • Menos espontaneidad de la actividad y el habla.
  • Tardar más en responder preguntas o al conversar
  • Una capacidad reducida para persistir con una tarea.
  Una persona con abulia experimenta un sentimiento constante de impotencia, tiene problemas para tomar decisiones y dirigir sus acciones hacia algún objetivo en concreto ya que carece de motivación. Se tiene la tendencia a un estilo de vida sedentario, a un autocuidado no tan bueno incluyendo higiene personal regular casi mala, y una vida social escasa.
  Todo esto puede que te suene a depresión y efectivamente, estaríamos ante uno de sus síntomas. La abulia es parte de este trastorno del estado de ánimo, que, junto con la anhedonia, es decir la incapacidad para disfrutar estímulos, actividades y todo lo que generaba placer, junto con la astenia una fatiga generalizada; estaríamos frente a una triada devastadora que solemos ver en cuadros depresivos. Tampoco es extraño que las personas con demencia presenten abulia tanto por las alteraciones neurológicas, cognitivas como sociales que son parte de este grupo de padecimientos.
Otra patología asociada es la esquizofrenia, sobre todo después de un episodio o brote psicótico.

¿Qué se puede hacer?

La abulia se trata de manera similar a las alteraciones del estado de ánimo y ansiedad. Es importante identificar los síntomas, su inicio y el contexto en el que se manifiestan ya que puede aparecer después de una lesión cerebral, enfermedades cardiovasculares, por un deterioro cognitivo, depresión, esquizofrenia, etc. No debe pasar desapercibido y es crucial buscar ayuda profesional.
  A nivel a psicológico, el objetivo es despertar el interés para realizar sus actividades cotidianas y por nuevas que nunca ha realizado. También se le ayuda a despertar la motivación por medio de la administración de algunos fármacos estimulantes en el acompañamiento psiquiátrico.
  Una técnica útil es la reestructuración cognitiva, en donde se modifican aquellas ideas y creencias arraigadas hacen que el problema surja una y otra vez, cambiándolas por otras más objetivas. Se recomienda enseñarles a los familiares del paciente ciertas técnicas y estrategias que puede implementar en casa para ayudar a despertar el interés y la motivación de la persona afectada, debe ser un trabajo en equipo.

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Referencias y lecturas recomendadas

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